23-11-2008

Escribir quizá tenga que ver con salvar mis recuerdos del vacío, con volcarlos sobre algo que los mantendrá seguros, bien lejos de mí. O, quizá, sea la forma que tengo de compartir mis recuerdos con otros para confirmarlos en sus dichos, para asegurarme de que no los he inventado en mis desvelos.
No sé.
Muchas cosas se dicen sobre la memoria que no paro de dudar. Creo que fue Borges el que dijo que los recuerdos, a lo largo de la vida, se convierten en otra forma de literatura que vamos modelando con nuestros cambios de humor.
[ACOTO: Gombrowicz dice que vives tu muerte para poder describirla de la manera más viva, quieres utilizarla durante el resto de tu existencia para tu carrera literaria. te asomas al abismo para contar a los demás lo que has visto. Buscas la grandeza para ascender una pulgada sobre los hombres. Tienes ante ti el abismo, pero detrás de ti el hormigueante murmullo humano...]
Es verdad que uno se asoma a lo tenebroso para escribir. Es verdad que uno siente que gracias a ese enfrentamiento se eleva sobre los demás hacia una altura imposible. Es verdad que en el proceso participan muchos sentimientos difíciles de procesar y mucho menos de expresar en palabras. Es verdad que se trabaja con la sensiblidad, y que durante el proceso de escritura se endurece el cerebro y el cuerpo se vuelve plastilina.
Todo, todo muy lindo, pero si Witold creía eso era un romántico: Yo no escribo por miedo, al menos no por ESE miedo. Quizá sea por el miedo al fracaso, dígale, la imposibilidad de que los demás cacen mis palabras o, peor, que las cacen demasiado bien y que no les den ni mierda.
Pero también mi escritura se vuelve imprecisa, chota, inútil, porque tiene que ver con algo que busco dejar en los demás, algo muy mío que no puedo decir ni mostrar pero que necesito revolear bien lejos. Es un rebusque, sí, una especie de rechifle mental que me obliga a desnudarme en letras mientras me averguenzo de mi propio cuerpo, que vendrían a ser mis escritos, y de mi propia desnudez, que vendría a ser mi mensaje, y siento, porque la escritura para mí es sólo sentimiento, que estoy haciendo algo para volverme lo que quiero ser, aunque ése algo sea mínimo y no se cace del todo.
[ACOTO: Márai dice que un escritor sabe que la única manera de comprometerse en el campo de la literatura es hacer el esfuerzo necesario para que la palabra se haga carne y la cerne se haga palabra.]
Por escribir no soy un héroe, ni una especie de mártir que se asoma a un vórtice oscuro para sacar joyas luminosas. A lo sumo es mi vórtice, y para vivir tengo que revisarlo yes-or-yes aunque no me salga una mínima carilla. En ese sentido, creo que la escritura es la vida condensada en una lucha pésima del hombre contra la inmensidad; la victoria auténtica, el superarse, el ser-en-sí, es la vida breve, es decir, el ser-conciso.
El resto es puro merda-seller.

Comentarios

Entradas populares