07-12-2008

Este diario atrasa.
Pero ese atraso parece inevitable. No puedo hacer nada en contra del paso del tiempo y, aunque a veces lo intento, me frustro pensando que no, que no puedo escribir algo que me relacione con mi presente: sólo tengo voz para el pasado.
Algo de eso encontré en la Historia interminable, cuando el escriba relata como un historiador su propio presente, como un hombre que recuerda pero, a la vez, crea lo que ha sido.
Se huele difícil de entender si no se ha leído.
[ACOTO: yo diría que es incomprensible]
Necesito decir cosas.
Creo que mi mayor problema es ése, esa necesidad de contarle a los demás cosas que sólo a mí me resultan claras. Es un trabajo de traducción: parto del caos de mi cabecita y llego a… ¿a dónde carajo llego? La razón [ACOTO: el rial por cuá] suena a misterio. O será que tengo confundida la cabeza y que estos malos nuevos tiempos me maltraen y me malyevan y también me maldicen. Todas mis cosas, entre ellas mis palabras, se confunden y se entuertan, y terminan perdiéndose en un lodo incoloro e insípido que no paro de tragar.
[ACOTO: eso es porque te auto-flagelás con látigos de caca]
La vida o, mejor dicho, el tiempo que la representa se nos va yendo y no sabemos o, aún peor, no queremos detenerlo. Aunque creo que detenerlo no sea el yeite, sino que lo posta-posta es aprovecharlo y vivirlo para no sentirse vacío y fugaz, como casualmente me siento yo, en estos malos nuevos tiempos que no paran de malyevarme.
Creo que la malyevasión se relaciona con eso, con no respetar el tiempo, que no tiene nada que ver con esperar por el instante correcto sino con honrar lo que el tiempo significa, algo tan simple como el changuy que tenemos para ser nosotros mismos o, menos filosóficamente, la oportunidad de completar el ciclo de nacimiento-embombamiento-espichadura que nos es común con el resto de los bichos que pueblan nuestro cascote.
[ACOTO: hoy estás particularmente desesperanzado]
Este diario atrasa.
Y no puedo ponerlo en hora. Quizá sea tiempo de hacer algo al respecto, no sé, emborracharme como un cretino, largarme al mundo y perderme en su anchura, suicidar mis miedos contra la realidad. ¡Qué sé yo!
(Creo que) todavía me queda mucho atraso por vivir.

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