03-11-2010

Resulta difícil volver a leer sobre el irigoyenismo y sus herederos, sobre FORJA, sobre los tipos que en 1937 decían cosas como:

“La UCR no es un partido, y por eso no la entienden ni pueden manejarla los vendepatrias que hoy infectan sus cuerpos directivos. Ello no se contiene en los límites de una casa de reunión, ni en una lista de miembros, ni en los programas redactados en la estulticia de falseadas convenciones. No tememos nosotros que lleguen ellos a conocer la íntima estructura de la unión, pues a esta comprensión sólo se llega por amor, por sentimiento de unidad, por identificación espiritual. Y, ojalá, se les abriera el entendimiento, y dejando de ser para ellos misterio el vínculo que nos une, se sumaran a las masas de conducta radical. Tienen ellas, como pueblo, su irradiación propia, su fuerza invisible, que realiza cada día su nueva integración asimilando y transformando sus nuevos valores –hombres e ideas-; y que resiste y repulsa a los elementos de destrucción caídos o despertados en su seno.
Sería inútil buscar en los documentos de las primeras horas del radicalismo, la expresión de propósito consciente de constituir así la UCR, ni siquiera el esbozo descriptivo de la nueva organización aparecía; el hecho histórico se aprecia en la perspectiva del tiempo. Pero en los discursos de los idealistas portavoces del 89 y 90 está la concepción clara y el sentido profundo de la acción popular que se definía como alzamiento no transitorio, no limitado en el tiempo ni en la magnitud del esfuerzo, contra la dominación que ya entonces asentaban las compañías extranjeras sobornadoras de los poderes públicos.”


Al leer lo que acabo de transcribir, uno levanta enseguida el dedo acusador y la banana y grita:
Peroncho, cabecita, vago, delincuente!
Y sin embargo fue escrito cuando el peronismo ni siquiera era un proyecto, por manos radicales que también usaban las palabras vendepatrias, estulticia, identificación espiritual, fuerza invisible, alzamiento no transitorio.
Palabras que hoy forman parte de la idiosincrasia peronista.
Resulta paradójico que aquellos radicales, irigoyenistas, revolucionarios si se quiere, hayan decidido adoptar el mote de radicales fuertes, enfrentados a una dirección que veían débil, negociando los ideales del partido con el enemigo de siempre.
Fueron estos mismos tipos los que, habiendo aceptado la derrota, decidieron empezar de nuevo fuera del partido radical, sembrando las semillas de lo que luego sería el primer peronismo.

Volveré más tarde sobre Perón, el primer peronismo y sus similitudes con el movimiento encabezado por Néstor Kirchner, porque ahora quiero concentrarme en otro punto.

Me siento raro hablando de cosas que pasaron hace 77 años, como si nunca hubiésemos entendido/aprendido nada, como si el sufrimiento, la miseria, la decadencia que padeció nuestro país no haya sido real, palpable, dolorosa.

En 1935 los radicales fuertes se opusieron (¡y cómo!) a la modernización de su partido (¿por qué todo lo que se moderniza en manos de cierta gente, parece diluirse?).
Me pregunto qué hubieran hecho en estos días, enfrentando la situación actual, teniendo en cuenta que se aliaron/pelearon con izquierdas y derechas varias para consolidar lo que ellos llamaban “visión nacional de la realidad”. El concepto en sí, parece sacado de un manual nacional-socialista, con saludo y bigotitos incluidos, pero esos tipos no eran nazis, y mucho menos de derecha.
Es probable que hubiesen echado a patadas del país a tipos como Solanas (por transa), como Grondona (por mentiroso), como Macri (por fantoche). Ni que hablar de supuestos radicales de hoy día, como Morales, Cobos, De La Rúa, Carrió o el pobre Ricardito, a quienes habrían acusado, igual que a Alvear, de portar ideas de gobierno que pertenecen al sistema de los que creen que gobernar es entregar.
Sin duda los hubiesen echado del partido. Quizá no al primer Alfonsín (al que hubiesen acompañado en La Plaza de Mayo, conmigo y con mi viejo, al grito de Argentina, Argentina). Aunque después lo habrían cagado a trompadas por lo de la casa está en orden, por el Pacto de Olivos, en fin, por venderse.
Y en cuanto a Ricardito, es posible que ni lo hubiesen afiliado, porque vale recordar que aquellos tipos, ya en 1937, decían:

“FORJA, expresión auténtica de la Unión Cívica Radical, desde su invariable posición de combate, concita al pueblo para la reconquista y defensa de su soberanía.”


Si hasta al leerlo uno podría creer que se trata de un pasquín del ERP, aunque quienes lo escribieron no fueron peronistas ni marxistas. Y cuesta imaginárselo a Ricardo Alfonsín entre ellos, defendiendo los intereses del grupo Clarín.

Por alguna razón que desconozco, me pasé la vida leyendo, sobre todo historia. Y es por eso que, hoy, habiendo leído tanto, no entiendo cómo buena parte de la ciudadanía acusa a la administración K de la inseguridad. Como si ésta no fuera un producto del proceso mediante el cual se diluyó y polarizó nuestra sociedad, relacionado con la destrucción del trabajo de los cimientos de la pirámide social.
¿Sinceramente, creen que eso empezó espontáneamente en el 2003? ¿No registran la digitada destrucción de las industrias que daban trabajo a los sectores menos favorecidos de la sociedad? ¿No concuerdan conmigo en que dicho proyecto/proceso se inicia en los sesentas/setentas y termina, con muchísimo éxito, en los noventas?
Quizá muchos de ustedes, como gran parte de la oposición, pueden hacer uso del cinismo y negar que la crisis de 2001 tuvo muchas e importantes consecuencias.
Yo no puedo.
Y, aunque no soy kirchnerista, concuerdo con un proyecto nacional y regional que se viene esbozando lentamente, a pesar de corruptelas y negociados y diferencias y funcionarios execrables.
¿Saben por qué?
Porque la revancha siempre llega desde el lugar más inesperado. Cosa que no tuve clara hasta que leí una nota que sostenía lo mismo que sostengo desde el 2003: Kirchner fue el más parecido a Perón de todos los presidentes peronistas.

Los radicales fuertes se me hubiesen muerto de risa en la cara si les decía, hace 65 años, que un coronel del ejército llamado Perón (filonazi, golpista y autoritario) pensaba tomar sus ideas y hacerlas proyecto.
Y Alfredo Palacios me hubiese retado a duelo si le hubiese dicho que el mismo coronel pensaba promulgar todas sus leyes sociales.
Y yo le hubiese bajado un par de teclas a cualquiera que me hubiese dicho en 2003 (bien que me banco esto que voy a decir), que el bizco hijo-de-re-mil-putas que había afirmado que Menem fue el mejor presidente de la historia, se iba a cargar a todos los soretes que se habían fifado a mi familia.

El miércoles 27 de octubre fui a la plaza, a la noche.
No fui por Néstor.
No fui por La Cámpora.
Fui porque, como dijo un peludo hace 110 años, las autonomías son para los pueblos y no para los gobiernos.
Porque pienso que, más allá de toda la cháchara inmunda que se tira por ahí, en las urnas vamos a demostrar el país que queremos.
Y si mañana esta administración cambia de signo, para tomar un rumbo que no nos gusta, entonces será momento de quitarle nuestro apoyo.

Porque esto, mono, sencillamente es democracia.


Me despido con unas palabras que por viejas no son anticuadas: “La verdad es que los nombres claves del conservadurismo actual distan mucho de ser patricios. Ahí están, todos con olor a mostrador, cuando no a algo menos sancto, y si hay olor a rodeos, también será de vacas ajenas. La explicación de este fenómeno es clara. Los intereses financieros recurren a quienes pueden servirlos con eficiencia. La oligarquía financiera recurre ahora, como instrumentos políticos, según sean las posibilidades que demuestren, a los demócratas nacionales de nuevo tipo y a los radicales del alvearismo cadista. Esto es tan reciente y tan notorio que no vale la pena extenderse, porque lo saben todos los argentinos.”
FORJA, Octubre de 1945.

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