(un poco de historia) 17-11-2005

Estaba sentado en el parque escuchando los pájaros. Los que están dentro y fuera. Una melodía armoniosa ocurría en mi interior, las cosas -mis cosas- están encuadrándose en un cubo de colores, similar al mágico pero más esotérico.

Saqué el diario y escribí:
-Eso. Tero. Ico...

[acoto: en este momento mi cerebro sufre un corto circuito. Las acotaciones en mi diario son versiones primitivas de notas al pie. Explican qué]

Un caballito ilusorio, eso es. Mi escritura es un caballito ilusorio que cualquiera puede montar.

[acoto: no así su autor]


Y cabalgar, cabalgar, cabalgar bien lejos de esta mierda. Bien, bien lejos. Hasta una mierda distinta, con un olor propio que no desagrada. Porque el popó personal no mortifica. Al menos no tanto.

Cerré el cuaderno y me quedé pensando en el otro día, cuando yo hablaba de buitres y él escribió sobre albatros. Ella se acordó de lo que dije: aves. Y nadie lo entendió porque me preguntaron al fin como si no hubiesen escuchado de nada.

[acoto: es porque, en serio mané, no se entiende un carajo]

Abrí el diario por segunda vez:

[acoto: tu abrir y cerrar el diario es una operación cotidiana, se repite a lo largo del día unas cien mil veces]

-¿Por qué los pájaros?
-Porque ellos encarnan la libertad, ¿entendés?
-No.
Suspiré. Y pensé que si uno no quiere entender no debería preguntar. Pero hay gente que pregunta aunque sabe la respuesta; como que busca evacuar la duda, el temor, no sé. Porque en realidad no quiere saber, sólo pregunta por preguntar.

Me recuperé de mi cansino autoritarismo, y disparé:
-Porque cuando me subí a la tabla descubrí la libertad; porque los pájaros, su vuelo, explican mis sentimientos; porque la ola es el cielo y la tabla es alas; porque vivo mitad en este mundo y mitad en el otro; porque la sal representa a las lágrimas...
-No entiendo por qué ahora te la das de no sé qué.
Volví a suspirar y cerré el diario. No hubo más que hablar -al menos que mereciese recordarse- ni nada que anotar.

[acoto: prefiero irme montado en tus letras, cabalgando hacia ningún lugar. Ahí me esperan tus cuadernos, tu lapicera, la noche, su brillo azul, la sonrisa de alguien que todavía no conozco, el gran Magoya y estas tremendas ganas de escribir].

Comentarios

Entradas populares